De nuevo me sumerjo en compartir con vosotros el nacimiento de mi novela histórica sobre la Guerra del Peloponeso, La ciudad de los inmortales, un proyecto que ha tardado años en gestarse.
Hace tiempo, realicé el viaje de mis sueños a la tierra que encendió mi imaginación, y aunque Delfos solo es un capítulo especial en mi obra, su huella es indeleble.
Estar al fin en Delfos, después de tantos años de lecturas, fue como abrir las páginas de los libros que había devorado sobre la antigüedad. Caminar entre las ruinas que alguna vez solo había imaginado en mi mente fue un encuentro con la realidad y la realización de un anhelo que había perseguido con tenacidad.
Aquel capítulo que dediqué a Delfos en mi novela no solo fue una representación de la historia, sino una ventana a mis propios sueños y aspiraciones.
Mientras el sol se ocultaba entre las columnas y las sombras danzaban sobre las piedras antiguas, sentí que mi presencia allí no era solo física, sino una conexión con siglos de historia que había leído.
El lugar que elegí para pasar la noche me brindó la oportunidad de reflexionar sobre la travesía que me había llevado hasta aquel momento. Las luces titilantes del valle y la brisa nocturna fueron como un recordatorio de la trascendencia de mi viaje, no solo como escritor, sino como amante de la historia.
Al amanecer, mientras paseaba por la Calle de los Tesoros, cada piedra parecía resonar con las historias que había explorado en mi mente antes de llegar. Cada detalle se volvió un testimonio tangible de la realización de un sueño largamente perseguido.
Hoy, con la novela publicada, siento un profundo agradecimiento por la oportunidad de compartir este fragmento especial de mi experiencia. A todos los que ansían explorar no solo las páginas, sino los lugares que inspiraron mi relato, los invito a sumergirse en este capítulo, donde Delfos cobra vida de una manera única y donde la imaginación se entrelaza con la historia.
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