¿Dónde estamos cuando no estamos pensando? El misterio de la mente en silencio

Filosofía y vida - Preguntas imposibles - Comentarios -

¿Qué ocurre cuando la mente se detiene? ¿Dónde estamos cuando no pensamos en nada, ni en el pasado ni en el futuro, ni siquiera en nosotros mismos? En este artículo exploramos uno de los enigmas más desconcertantes de la conciencia: el vacío mental. Desde la experiencia de meditadores hasta los estudios neurológicos más recientes, pasando por filósofos que intentaron describir lo indescriptible, nos adentramos en ese territorio inasible donde, quizá, habita la esencia de lo que somos.

¿Dónde estoy cuando no estoy pensando?

La primera vez que me ocurrió iba conduciendo de vuelta a casa. Una de esas tardes densas, como de bruma interior, en la que uno no quiere pensar en nada pero tampoco logra no hacerlo. En algún momento se hizo un silencio improbable. No fuera —allí seguían los coches, los semáforos, las personas—, sino dentro.

No había pensamientos. No había imágenes. Ni palabras ni preguntas. Ni siquiera un “yo” al que referir la escena. Solo la sensación, tenue y pura, de estar. Y cuando, segundos después, mi mente volvió —“vaya, no estaba pensando en nada”— la experiencia se deshizo como un sueño al despertar.

¿Dónde había estado?

meditación, mente en silencio, conciencia plena, vacío mental, atención plena, práctica meditativa, budismo zen, neurociencia y meditación, red neuronal por defecto, monje meditando, respiración consciente, silencio interior, cerebro y meditación, paz mental, meditación profunda, introspección, momentos de calma, presencia, quietud, transformación interior

El arte de no pensar (aunque no se pueda intentar)

Muchos años antes, leí de alguien que había vivido largo tiempo en Japón de un monje zen al que conoció en Kamakura. Era bajito, de ojos brillantes como si acabara de reírse por dentro, y tenía la costumbre de responder a las preguntas con otra pregunta o con un silencio. Una vez, durante una caminata por los senderos de bambú, el extranjero le preguntó: “¿Qué haces tú cuando no estás pensando?”. El monje se detuvo, miró al cielo y dijo: “Lo mismo que hace el bambú: crecer sin saberlo”.

Esa frase —aparentemente ingenua, pero demoledora— se ha repetido en mi cabeza cada vez que he intentado entender qué ocurre cuando la mente calla.

Una conciencia sin contenido

En los años 80, un neurocientífico llamado Francisco Varela —chileno, budista, discípulo de Maturana— empezó a hablar de la “neurofenomenología”: la idea de que, para estudiar la conciencia, no bastaba con medir el cerebro; también había que atender a la experiencia interna. Varela, que practicaba meditación desde hacía décadas, hablaba de momentos en los que la conciencia parecía mantenerse activa… sin ningún objeto en ella. Como una lámpara encendida en una habitación vacía.

La ciencia aún no sabe qué hacer con ese tipo de experiencias. No porque no se puedan medir —se han registrado patrones cerebrales en meditadores avanzados que muestran una disminución drástica de la actividad en las redes asociadas al yo— sino porque el lenguaje y el pensamiento son, en sí mismos, formas de llenar el silencio. ¿Cómo hablar de lo que ocurre cuando no hay nada que decir?
meditación, mente en silencio, conciencia plena, vacío mental, atención plena, práctica meditativa, budismo zen, neurociencia y meditación, red neuronal por defecto, monje meditando, respiración consciente, silencio interior, cerebro y meditación, paz mental, meditación profunda, introspección, momentos de calma, presencia, quietud, transformación interior

No pensar no es lo mismo que no ser

A veces creemos que si no estamos pensando, no estamos siendo. Pero ocurre justo lo contrario.

Ramana Maharshi, un místico hindú que vivió gran parte de su vida en silencio, decía que el pensamiento es como una nube: nos hace creer que somos la forma que proyecta, pero detrás de la nube está el cielo. Sus discípulos contaban que pasaba horas sentado, sin moverse, sin hablar, sin siquiera cerrar los ojos. Cuando alguien le preguntó qué hacía durante ese tiempo, respondió simplemente: “Soy”.

No hacía nada. No pensaba nada. Y, sin embargo, allí estaba. Presente como una montaña. Inquietantemente real.

El yo que desaparece y sigue vivo

¿Dónde estamos cuando no estamos pensando? Quizá en el único lugar al que nunca miramos: aquí. Quizá somos, sencillamente, lo que queda cuando se han apagado todas las luces del escenario y seguimos sintiendo, aunque no haya personaje.

En meditación se habla de shunyata, el vacío fértil, el silencio donde nace todo. No es la nada —como muchos temen—, sino una nada que sostiene. Un descanso sin exigencias, una existencia sin esfuerzo.

Y es tan raro experimentarlo en un mundo que nos empuja a pensar, producir, narrar, que cuando sucede por accidente, mientras conduces o al contemplar un atardecer, sentimos un vértigo familiar, como si estuviéramos volviendo a casa después de mucho tiempo.
meditación, mente en silencio, conciencia plena, vacío mental, atención plena, práctica meditativa, budismo zen, neurociencia y meditación, red neuronal por defecto, monje meditando, respiración consciente, silencio interior, cerebro y meditación, paz mental, meditación profunda, introspección, momentos de calma, presencia, quietud, transformación interior

Meditar: el arte de no perseguir nada

Meditar no es pensar en positivo. Tampoco es imaginar un campo de lavanda ni tratar de vaciar la mente a la fuerza. Es más parecido a quedarse quieto junto a un río y dejar que las aguas pasen, sin lanzarse a nadar detrás de cada hoja que flota.

El maestro zen Shunryu Suzuki lo decía con ironía japonesa: “La mente del principiante tiene muchas posibilidades; la del experto, pocas”. Para él, meditar era sentarse con la espalda recta, sin propósito. No para conseguir algo, sino para dejar de buscarlo.

En realidad, meditar es, en su forma más simple, prestar atención sin intervenir. A la respiración, a los sonidos, al cuerpo. A lo que sea que esté ocurriendo... sin etiquetarlo, sin empujarlo, sin huir.

Al principio, el pensamiento sigue corriendo como un mono enloquecido de rama en rama —los antiguos ya hablaban de la mente de mono—, pero si uno se queda el tiempo suficiente, el animalito se cansa. Entonces, como decía el maestro tibetano Mingyur Rinpoche, “el silencio aparece, no porque lo fabriques, sino porque siempre estuvo ahí, debajo del ruido”.

Qué ocurre en el cerebro al meditar

Lo curioso es que la ciencia moderna ha empezado a registrar —aunque con sus propios instrumentos— lo que estos sabios venían señalando desde hace siglos.

En estudios de resonancia magnética funcional, se ha observado que durante la meditación se reduce la actividad de la llamada red neuronal por defecto (default mode network, DMN), un sistema que se activa cuando estamos rumiando, recordando el pasado, anticipando el futuro o pensando en nosotros mismos. Es decir, justo lo que dejamos de hacer al meditar.

Uno de los investigadores más conocidos en este campo, Richard Davidson, descubrió que los cerebros de meditadores expertos (como los monjes que colaboraron con el Dalái Lama en la Universidad de Wisconsin) muestran una mayor activación de las zonas relacionadas con la atención, la empatía y el bienestar emocional. Además, se ha observado que la amígdala —centro cerebral del miedo— se reduce de tamaño con una práctica constante.

A largo plazo, meditar cambia literalmente la estructura del cerebro. Sara Lazar, neurocientífica de Harvard, lo resumió así: “La meditación no solo cambia tu mente. Cambia tu cerebro”.
meditación, mente en silencio, conciencia plena, vacío mental, atención plena, práctica meditativa, budismo zen, neurociencia y meditación, red neuronal por defecto, monje meditando, respiración consciente, silencio interior, cerebro y meditación, paz mental, meditación profunda, introspección, momentos de calma, presencia, quietud, transformación interior
No se trata de escapar: se trata de estar

Uno de los mayores malentendidos sobre la meditación es pensar que es una forma de evadirse, de anestesiarse, de vivir en una especie de limbo sin emociones. Pero lo que los meditadores descubren —a veces con sorpresa— es que lo que emerge cuando la mente deja de controlar es mucho más real que cualquier pensamiento.

Thich Nhat Hanh decía: “La meditación no es evadirse de la sociedad, sino volver a nosotros mismos y ver lo que está ocurriendo. Una vez que vemos, debemos actuar”.

Meditar, en su sentido más profundo, es aprender a habitar el presente sin disfrazarlo. Es mirar al dolor sin añadirle sufrimiento. Escuchar al cuerpo sin negarlo. Estar donde estás, sin intentar estar en otro sitio.

Y cuando eso ocurre, aunque sea durante unos segundos —en una estación de metro, en el rincón de una habitación, en una inhalación consciente antes de acostarse—, puede que se revele lo más extraño y lo más sencillo de todo: que no necesitamos pensar para ser. Que hay una vida que no pasa por las palabras.

Y tú, lector o lectora, cuando no estás pensando —ni en lo que fuiste ni en lo que debes hacer, ni siquiera en quién eres—
… ¿quién queda ahí, mirando en silencio?

Lo importante no es la respuesta. Es que algo en ti, por un momento, haya sentido que se detenía el tiempo.


Si sientes que esta historia te ha aportado, si ha despertado algo en ti, te agradecería de veras que lo compartieras y que, si te apetece, me dejaras unas líneas en los comentarios. Me interesa mucho tu opinión, y también saber si te gustan estos temas para profundizar en ellos. También puedes suscribirte al blog, es gratis y no te perderás ninguna de las publicaciones. ¡Muchas gracias!

Compartir 

Deja tu comentario
Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

7 + 7 =
Últimas entradas
Categorías
Ver anterior Ver siguiente